Uno de los mayores problemas que me pasaba cuando era más chico es que muchas veces quería hacerlo todo. Tenía el mal del «si a todo». Cualquier actividad a la que me invitaban yo decía que si. Si me decían que había algún trabajo por unos días, yo decía que si. Si me invitaban a jugar a la pelota, también decía que si.
El problema de esto se produce cuando en un mismo día, en un mismo horario, tienes que elegir entre dos o más actividades. ¿Cómo priorizar? ¿Cuál elegir?
Este es un punto importante cuando hablamos de planificación. No todas las cosas tienen el mismo valor y por lo mismo tampoco tienen el mismo impacto en nuestra vida.
Está claro que hay actividades y tareas que son más importantes que otras. Hay algunas que nos impactan positivamente, otras negativamente. Nadie quiere ir o hacer cosas que le impactan negativamente, ¿cierto? Pero, ¿qué hacemos cuando al parecer todas son buenas?
Una vez aprendí que era útil distinguir – si, estudiar derecho me dejó pegada la frase «hay que distinguir» jaja – entre cosas buenas, mejores y excelentes.
Ocupo esta misma clasificación cuando tengo que decidir si hacer una u otra cosa. Si ir a una u otra actividad.
Las cosas excelentes toman prioridad dentro de mi planificación. Son las que me ayudan a seguir creciendo, mejorando y me hacen sentir bien.
Las cosas que simplemente son mejores que otras pero no alcanzan la excelencia, toman un lugar secundario.
Por último, las cosas que son simplemente buenas, toman su lugar detrás de las dos anteriores.
Este pequeño ejercicio te puede ayudar a diferenciar, qué actividades deben ocupar mayor parte de tu tiempo, y qué actividades pueden esperar.
¡Espero que este pequeño post te haya servido! Coméntanos en RRSS qué otras preguntas tienes sobre planificación y organización.
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